martes, 16 de agosto de 2016

LA POLÍTICA Y EL SINDICALISMO




POR ARTURO BLANCO.

LA POLÍTICA 

La política influye en todos los aspectos de nuestras vidas, incluso en la vida de aquellos que se hacen llamar “apolíticos”, por cuanto que la única manera de ser “apolítico” es convertirse en un ermitaño, esto debido a que la política es algo intrínseco al ser humano. En este sentido, Aristóteles afirmó que el “hombre es un animal político” (un zoon politikon).

Por lo que no es de extrañarse que la política y el movimiento obrero se hayan relacionado en algún punto de la historia. En Venezuela, esta relación tuvo su origen cuando Rómulo Betancourt, siendo un joven activista de la democracia, fundó de manera clandestina el Partido Democrático Nacional (PDN), con la finalidad de hacer oposición al gobierno del Presidente Eleazar López Contreras. Por medio de esta organización clandestina, Rómulo Betancourt influenciaría en la sociedad y buscaría canalizar el descontento y las protestas espontáneas que se daban en la época, también influenciaría en los sindicatos y organizaciones gremiales con la finalidad de formar una alianza en contra de las injusticias sociales. Así comenzaría la relación entre la política y el movimiento obrero.  


A partir de la segunda mitad del siglo XX, la democracia llega a la sociedad venezolana, los partidos políticos inician  la campaña electoral para llegar al poder. Pero esta campaña electoral no estaba dirigida solamente a conquistar la presidencia de la República, los partidos políticos también pretendían dominar en todos los sectores de la sociedad, por lo que las organizaciones sindicales no escaparían del control de los partidos políticos.

Nicolás Maquiavelo en su excelsa obra “EL Príncipe”, nos describe a la política en un sentido general; como el arte de obtener el poder y de preservarlo. Siguiendo la escuela Maquiavélica, los partidos políticos venezolanos, entendieron que una vez conquistado el poder comienza otro reto; el de mantenerse en el poder. Y sin lugar a dudas, el que pretenda mantenerse en el poder deberá contar con el apoyo de los trabajadores en general, sin embargo, a lo largo de toda su historia, los sindicaros han sido una fuerza imposible de controlar por los gobiernos.


EL MOVIMIENTO OBRERO

Los sindicatos nacen del movimiento obrero, que consiste en el accionar de los trabajadores organizados, en contra de las injusticias de índole laboral. Este accionar nace de la condición del ser humano como trabajador asalariado y subordinado a un empleador. Desde la cuna del movimiento obrero en la Inglaterra de 1780, hemos visto como las protestas y/o huelgas impulsadas por este movimiento suelen ser decisivas en el curso que toma la historia de un país.

El trabajador además de ser el núcleo central del movimiento obrero, también es uno de los principales actores de la sociedad en conjunto con el estado y el sector de empresas privadas. Por lo que una jugada inteligente en el ajedrez del poder por parte de quien gobierna, es tener a las organizaciones sindicales como aliadas e intervenir en ellas todo cuanto sea posible con el fin de reducir al mínimo los conflictos laborales que puedan derivar en protestas que desestabilicen al gobierno de turno.

Nicolás Maquiavelo dijo que a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos. Como no vivimos en la edad medieval, no se puede eliminar a alguien en el sentido propuesto por Maquiavelo, pero si se puede encontrar maneras de conquistarlos. Y la manera que han encontrado los gobiernos para conquistar a la masa de trabajadores, es convirtiendo a las organizaciones sindicales en apéndices de los partidos políticos. De esta manera los sindicatos siempre tendrán necesidad del gobierno y le serán siempre fieles. Por supuesto esto es una estratagema éticamente cuestionable, pero que es muy sencillo de aplicar en la sociedad presidencialista en la que vivimos.


EL ADVENIMIENTO DE LA DEMOCRACIA

La democracia llega a Venezuela en el año 1958, en este mismo año los trabajadores organizados habían demostrado que eran una fuerza a respetar. Ejemplo de ello fue la huelga general convocada el 21 de enero, que culminaría el 23 de enero con la salida del poder de M. Pérez Jiménez. Inmediatamente a la caída de la dictadura le seguiría una pugna entre los partidos políticos por controlar la mayor cantidad de organizaciones sindicales que les sean posibles. Acción Democrática dominaba al menos el 65% de los cargos de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).

Es así como, desde 1958 hasta al día de hoy vemos la politización abierta y descarada de los sindicatos. Al punto de que los dirigentes sindicales juran lealtad al partido político por sobre la lucha de los derechos e intereses de los trabajadores, lo que desvirtúa el objetivo de los sindicatos y por consiguiente, esta conducta desleal para con los trabajadores, deriva en una decadencia del movimiento obrero. En otras palabras con el advenimiento de la democracia y las libertades civiles, se fragmento la unidad de los trabajadores en Venezuela.

Cuando los partidos políticos obtienen el poder, vale decir, se convierten en gobernantes, empiezan a intervenir en la sociedad a través de políticas públicas con el supuesto objetivo de combatir los problemas que derivan en la pobreza y procurar el bienestar de los ciudadanos, algo que en Venezuela, a todas luces, no ha podido lograrse. Y esto es porque los presidentes que ha tenido Venezuela, han sido muy mal administradores. Rómulo Betancourt, decía que las injusticias sociales no son la consecuencia de una dictadura sino de una mala administración.  

Ahora bien, en ese proceso de aplicación de políticas públicas e intervencionismo en la sociedad, trataran de crear las condiciones necesarias para procurar su permanencia en el poder. Y para ello trataran de seducir a la masa de trabajadores, en especial a los subordinados del sector privado. Una herramienta idónea para cumplir con ese propósito de seducción, es la legislación laboral, que si bien es cierto que las leyes son necesarias para regular el comportamiento del hombre en la sociedad, no es menos cierto que algunos gobiernos crean leyes cargadas de contenido político que les permitan intervenir en la sociedad a su conveniencia.

La legislación laboral puede ser un instrumento que impulse el desarrollo del mercado laboral o bien puede relegar ese mercado al estancamiento, puesto que el mercado laboral de un país estará condenado al fracaso si las leyes laborales se edifican sobre la base de un dogma vetusto en donde a los trabajadores se les sobre proteja, y se les inculque la falsa idea de que ellos son víctimas  del  sistema capitalista y que solo pueden sobrevivir con la protección del estado y de los sindicatos. Este tipo de dogma no tiene vigencia en la sociedad actual, en donde las libertades del ser humano (en la mayoría de los países civilizados) son tan amplias que la persona puede decidir en donde trabajar, cuantas horas trabajar y cuanto cobrar por su trabajo.

Actualmente, los trabajadores realmente no necesitan de la protección de un gobierno paternalista para sobrevivir. Sin embargo, si el gobierno impulsa una legislación laboral de corte populista, aun a costas de la destrucción del aparato productivo del país, lo mas probable y como nos lo demuestra la historia reciente, sera bien recibida por los trabajadores (transformandose en objetos de su propia destrucción), con lo cual los gobernantes tendrán mucha influencia en los sindicatos, consolidando su posición en el poder.

Esa conducta paternalista por parte del gobierno, solo le causa un daño a la sociedad, puesto que genera en el trabajador un sentimiento de animadversión hacia su empleador y peor aún, se destruye el sentimiento de satisfacción intrínseca del trabajador por realizar una labor útil, de manera tal que el trabajador acudirá a su trabajo todos los días sin el ánimo de ser productivo y eficiente, puesto que él se verá a sí mismo como un trabajador explotado.

Entonces, si una nación quiere ser prospera, no se debe promover el resentimiento hacia las empresas del sector privado. Adam Smith en su teoría de la economía liberal, dijo que el interés personal del capitalista se revierte en el interés colectivo, y esto es así porque cuanto más crece el capitalista, más puestos de trabajo está obligado a generar para mantener ese crecimiento.


DECADENCIA DEL SINDICALISMO

El Sindicalismo ha entrado en un espiral de decadencia, producto del excesivo intervencionismo por parte de los partidos políticos en las organizaciones sindicales, y como consecuencia la función sindical se ha desvirtuado. De manera gradual los sindicalistas han dejado en el olvido la lucha por los derechos de los trabajadores y se han concentrado más en la lucha político partidista. Hoy vemos en nuestra sociedad venezolana que son pocos los dirigentes sindicales que realmente son poseedores del mérito de hacerse llamar “sindicalistas”, vale decir que el grueso de los dirigentes de organizaciones sindicales tienen una conducta que se amolda mejor al término de “sindicaleros”, que en el actual uso corriente hace referencia a aquellas personas que degradan el oficio sindical al asumir tal responsabilidad sin la debida capacitación y, con intereses personales y no colectivos.

Por último, la politización de las leyes laborales es otro factor que ha contribuido a la decadencia del sindicalismo, como es el caso de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras. La politización de nuestras leyes solo se traduce en descomposición de la justicia, toda vez que al incluir contenido político en el texto de este marco jurídico, se pierde la objetividad de la Ley y los sujetos de la relación laboral quedan desprotegidos al ser objeto de decisiones arbitrarias por parte de los funcionarios que siguen lineamientos políticos y se alejan de la objetividad del derecho.  


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